Epístola del apóstol san Pablo á los Romanos

capítulo 2


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verso 1

POR lo cual eres inexcusable, oh hombre, cualquiera que juzgas: porque en lo que juzgas á otro, te condenas á ti mismo; porque lo mismo haces, tú que juzgas.


verso 2

Mas sabemos que el juicio de Dios es según verdad contra los que hacen tales cosas.


verso 3

¿Y piensas esto, oh hombre, que juzgas á los que hacen tales cosas, y haces las mismas, que tú escaparás del juicio de Dios.?


verso 4

¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, y paciencia, y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía á arrepentimiento?


verso 5

Mas por tu dureza, y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la manifestación del justo juicio de Dios;


verso 6

El cual pagará á cada uno conforme á sus obras:


verso 7

A los que perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, la vida eterna.


verso 8

Mas á los que son contenciosos, y no obedecen á la verdad, antes obedecen á la injusticia, enojo é ira;


verso 9

Tribulación y angustia sobre toda persona humana que obra lo malo, el Judío primeramente, y también el Griego.


verso 10

Mas gloria y honra y paz á cualquiera que obra el bien, al Judío primeramente, y también al Griego.


verso 11

Porque no hay acepción de personas para con Dios.


verso 12

Porque todos lo que sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y todos los que en la ley pecaron, por la ley serán juzgados:


verso 13

Porque no los oidores de la ley son justos para con Dios, mas los hacedores de la ley serán justificados.


verso 14

Porque los Gentiles que no tienen ley, naturalmente haciendo lo que es de la ley, los tales, aunque no tengan ley, ellos son ley á sí mismos:


verso 15

Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio juntamente sus conciencias, y acusándose y también excusándose sus pensamientos unos con otros;


verso 16

En el día que juzgará el Señor lo encubierto de los hombres, conforme á mi evangelio, por Jesucristo.


verso 17

He aquí, tú tienes el sobrenombre de Judío, y estás reposado en la ley, y te glorías en Dios,


verso 18

Y sabes su voluntad, y apruebas lo mejor, instruído por la ley;


verso 19

Y confías que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,


verso 20

Enseñador de los que no saben, maestro de niños, que tienes la forma de la ciencia y de la verdad en la ley:


verso 21

Tú pues, que enseñas á otro, ¿no te enseñas á ti mismo? ¿Tú, que predicas que no se ha de hurtar, hurtas?


verso 22

¿Tú, que dices que no se ha de adulterar, adulteras? ¿Tú, que abominas los ídolos, cometes sacrilegio?


verso 23

¿Tú, que te jactas de la ley, con infracción de la ley deshonras á Dios?


verso 24

Porque el nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los Gentiles, como está escrito.


verso 25

Porque la circuncisión en verdad aprovecha, si guardares la ley; mas si eres rebelde á la ley, tu circuncisión es hecha incircuncisión.


verso 26

De manera que, si el incircunciso guardare las justicias de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión por circuncisión?


verso 27

Y lo que de su natural es incircunciso, guardando perfectamente la ley, te juzgará á ti, que con la letra y con la circuncisión eres rebelde á la ley.


verso 28

Porque no es Judío el que lo es en manifiesto; ni la circuncisión es la que es en manifiesto en la carne:


verso 29

Mas es Judío el que lo es en lo interior; y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no es de los hombres, sino de Dios.

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